Protegiendo la propiedad intelectual de nuestra identidad

Por Eugenio F. Rengifo Lira

La Sociedad Chilena del Derecho de Autor e Intérpretes Musicales – SCD – me invitó tiempo atrás a participar en la edición de un libro sobre José Goles, uno de los fundadores emblemáticos de esta organización. Me pareció un gran desafío escribir sobre el verdadero padre de la SCD con el aporte de sus familiares y un grupo de personas que conocieron su pasión por la música y su lucha por la protección de la propiedad intelectual de las creaciones de autores y compositores. El libro ya es una realidad y se dará a conocer en las próximas semanas bajo el título El paso de José Goles, como parte de la colección Nuestros Músicos de la SCD y editado por Hueders.

Conocí a José Goles en el verano de 1969. Yo trabajaba como periodista de Crónica de Concepción, tabloide vespertino del tradicional diario El Sur. Mi jefe en ese entonces me encargó preparar un reportaje sobre la vida musical en el Chile de 1949, año en que Crónica salía a captar lectores por primera vez a los kioscos penquistas un día 8 de febrero. La publicación iba a celebrar los 20 años de vida con una edición especial. Me sugirió varios personajes a entrevistar para lograr la mayor cantidad de testimonios sobre lo que pasaba en el mundo del espectáculo en esa época. Entre ellos, me habló de José Goles, director de Los Estudiantes Rítmicos.

En una calurosa tarde de enero me dirigí a la casa de mi entrevistado, quien vivía en la calle Manuel de Salas, comuna de Ñuñoa. Muy jovial, con un cigarrillo encendido en una de sus manos, me hizo pasar a su escritorio donde conversamos por más de una hora sobre Los Estudiantes Rítmicos y los distintos estilos musicales de moda que imperaban a fines de la década del 40. Con una memoria envidiable, recordaba nombres de artistas, títulos de canciones, intérpretes nacionales y extranjeros, así como los programas radiales de la época con transmisiones en vivo para difundir lo mejor de la música popular que hacía cantar y bailar a los chilenos en esos años.

Fue un grato encuentro, con un destacado personaje que siempre vestía impecable, de corbata, que demostraba un vasto conocimiento musical y una gran pasión por la defensa de los derechos de los autores y sus creaciones. Yo había escuchado sobre él en el Pequeño Derecho de Autor, donde me acercaba de vez en cuando a revisar mis también muy <<pequeñas>> liquidaciones autorales.

Más adelante, en 1987, volví a tener contacto con José Goles, cuando participé en la fundación de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor invitado por Santiago Schuster y formé parte del Consejo, junto a creadores como María Angélica Ramírez, Juan Amenábar, Scottie Scott, Eduardo Gatti y otros grandes personajes de la música chilena. En ese período, pude valorar muy de cerca la entrega total de José Goles a su pasión por dar una pelea incansable para que se reconociera la obra de los autores y se les retribuyera en justicia; su permanente preocupación por sus colegas más necesitados; su iniciativa de crear un fondo de salud para los socios; el claro interés por vincularse con sociedades autorales extranjeras; la propuesta de ofrecer instancias de capacitación para los creadores e intérpretes chilenos. Sobre todo, su lucha estaba centrada en lograr la modificación de la ley sobre propiedad intelectual con el fin de obtener el reconocimiento definitivo a los propios autores para que gestionaran sus derechos, lo que se logró en 1992 con una nueva legislación, lo que permitió que la SCD se convirtiera en una sociedad autónoma.

Desde la creación de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, con la participación de un puñado de autores y compositores, han pasado más de treinta años. Hoy la SCD gestiona la administración de la obra creativa e interpretativa de cerca de 14.000 socios a lo largo de todo el país en una gestión colectiva que es modelo en el mundo y que administra 1.660.868 obras musicales chilenas y extranjeras registradas que generan derechos de propiedad intelectual en Chile.

Este nuevo libro de la SCD nos muestra un completo perfil humano, musical y gremial de José Goles Radnic, verdadero padre de esta institución que protege la creación de miles de autores, compositores e intérpretes que construyen identidad día a día con su obra artística.

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