Chile en cuatro cuerdas y la mega crisis

Mi hija Catalina me escribe por whatsapp desde Limache para contarme que la próxima semana llega por esos lados a la librería de la Fundación Lumbre el libro Manifiesto, peligros y oportunidades de la mega crisis de Gastón Soublette. Le encargo dos ejemplares para compartir acá en el puerto de Valparaíso. Como se señala en su portada, es un libro que nace con el estallido de octubre y se termina de escribir con la pandemia. Algo de eso ya había escuchado hace un par de semanas en una entrevista al autor que le hizo vía streaming Gabriela Zegers, directora de esa fundación cultural.

En la presentación de su ensayo, el autor nos dice: <<Todavía es tiempo de reflexionar, creen algunos, para enfrentar lo que viene con una buena conciencia que nos proteja y nos libre de los peligros de una crisis que ya todo lo abarca. Como dice el refrán popular, todavía es tiempo de que abras tu ojo si no quieres que te lo abran>>.  Como lo sostiene un artículo publicado en la edición de abril pasado de la Revista Universitaria de la Universidad Católica sobre este libro, el ex director del Instituto de Estética de esta casa de estudios superiores <<cuestiona la cosmovisión que nos ha puesto a la especie humana en una relación contrapuesta con la naturaleza y con ella misma. Reflexión hecha a propósito de la explosión social surgida en Chile, pero que también nos da luces en medio de la situación sanitaria producto del Covid-19.>>

Lo primero que supe de Luis Gastón Soublette fue en 1972, cuando nos sorprendió con su hermosa creación musical Chile en cuatro cuerdas. Este musicólogo, filósofo, académico y vecino regalón de Limache, donde vive hace más de 40 años en una apacible casaquinta, hizo de nuestro folklore su fuente de inspiración para entregarnos una obra de cámara que disfruto y me emociona cada vez que la escucho en su versión original del Cuarteto Chile del Instituto de Música UC. En particular, me inspira su arreglo de cuerdas para Qué pena siente el alma, recopilación de Violeta Parra. La armonía que van logrando los violines de Jaime de la Jara y Fernando Ansaldi se entrelazan con los colores de la viola de Manuel Díaz y el violoncello de Arnaldo Fuentes. La obra es una belleza plena de identidad de nuestro país, con elegantes y delicadas propuestas musicales para recopilaciones de cultores como Margot Loyola, Calatambo Albarracín, Héctor Pavez y Las Hermanas Acuña. Como lo dijo su autor hace ya 48 años en la presentación de Chile en cuatro cuerdas <<la contribución de Violeta Parra no consistió sólo en la generosa entrega de un repertorio de hermosas melodías recogidas por ella en los campos de Chile, sino en la enseñanza viva del espíritu de esta música a través de una existencia del más auténtico cuño trovadoresco.»

Una poesía musical donde Soublette nos regala aquella armonía que nos ayuda a respirar esperanza en tiempos de estallido y de pandemia.

Me alegra saber que, luego de 5 años de entrevistas y seguimiento del protagonista, ha entrado en su etapa final un documental sobre este maestro de generaciones que han preparado Patricio González y Felipe Ossandón, con la producción de mi hija Catalina. Bajo el sugerente título El lugar al que llego, sus realizadores me dicen que Soublette expone aquí su vínculo con la sabiduría popular, su acercamiento a la cultura mapuche, su visionario discurso ecológico y la correspondencia que establece entre el cristianismo y la sabiduría oriental, todo lo cual conforma una síntesis de conocimiento original desde donde plantea una posición crítica frente al modelo imperante. Tenemos mucho que aprender de él y, a sus 93 años, siente que la vida le da siempre una nueva oportunidad.

Le pregunto a Catalina cómo es Gastón Soublette en la vida cotidiana dentro de la comunidad limachina.

<<Conocí a Gastón hace muchos años -me dice-, cuando estudiaba historia en el Campus Oriente UC. Luego, la vida me trajo a Limache para criar a mis hijos en una comunidad a escala humana. Hemos forjado con él una linda relación desde que un día, hace 7 años, entró a almorzar a la cafetería vegetariana que teníamos con mi marido en el Parque Brasil. Pidió sopa de verduras. Y desde ese momento pasó a ser becado de la cafetería. ¿Sus platos favoritos?, las legumbres, sin duda.

Los porotos granados en verano y la sopa de porotos negros en invierno, cocinados en agua con cúrcuma, comino y especies varias, suavizados con leche vegetal de arroz licuada; también le gusta el strudel vegano integral. Cuando tuvimos que cerrar la cafetería, nuestra relación se mantuvo y le seguí llevando hasta su casaquinta a él y a Bernadette, su señora, quien falleció el año pasado, su sopita vegana, pancito integral, queque de zanahorias. Gastón es muy regalón y disfruta de la comida casera. Es muy querido por los limachinos y su casa se ha transformado en un lugar donde la comunidad llega para consultarle sobre distintos temas y llevarle cositas ricas para comer y regalonearlo. Su pensamiento y su obra alimentan a la comunidad una y otra vez en las charlas y conversatorios que realiza periódicamente en la Fundación Lumbre.>>

Escucharlo es algo invaluable, me dice Catalina. <<En la cafetería, la que visitaba prácticamente todos los días, era maravilloso participar en sus profundas conversaciones de mesa a mesa. En Limache se da mucho la vida más comunitaria y colaborativa y nuestra cafetería era como una casa que acogía. Desde que lo conozco siento que he aprendido el equivalente a un doctorado. Hoy en día, aunque aún vive el duelo de la pérdida de Bernadette, se encuentra bien, escribiendo sus memorias en cuarentena voluntaria, dentro de su quinta. Hablamos permanentemente de muchos temas, con la promesa de que apenas baje el riesgo de esta pandemia le llevaré su sopa favorita.>>

Espero con ansias recibir el libro con su Manifiesto, peligros y oportunidades de la mega crisis, el que no podré dejar de leer a los sones de la música armoniosa y esperanzadora de Chile en cuatro cuerdas, con la idea de poder visitar en un futuro cercano a Gastón Soublette junto a mi hija, la niña de la sopa, como le decía Bernadette.

Junio, 2020.

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