Visito a mi amigo Alex Moreno, en su estudio de arquitectura y diseño que ha implementado en uno de los antiguos departamentos del segundo piso del Portal Fernández Concha. Sí, allí frente a la Plaza Mayor de Santiago -como se la llamó originalmente en 1541 cuando fue fundada por Pedro de Valdivia y delimitada por el alarife Pedro de Gamboa-. La idea es no hacer crecer la ciudad, me asegura Alex, sino rescatar estos lugares y rehabitarlos desde las perspectivas de hoy.

Con su habitual gentileza, luego de ofrecerme un café, me dice: abramos la ventana para dejar entrar la vida urbana en pleno. En efecto, su balcón mira a un espacio ancho que acoge a miles de santiaguinos cada día, los que le dan vida con su trajinar o con su encuentro con el otro entre añosos árboles, verdes jardines, pérgolas y, hace ya algunos años, con amplias explanadas para realizar ceremonias o simplemente para detenerse a observar parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad. La ventana abre el paso a funcionarios que ingresan a la Municipalidad, piadosas mujeres que salen de la Catedral Metropolitana luego de elevar sus oraciones, algún señor a la antigua que todavía envía cartas a través del Correo Central o un grupo de estudiantes que buscan saber algo más de nuestro país en el Museo Histórico Nacional.

La vida urbana entra al estudio de Alex, un lugar lleno de luz abierto a la creación: aún utilizo mi mesa de dibujo tradicional, me dice mientras nos acercamos a ella. No usa los programas de computación para diseñar: Uno debe dibujar con todo el cuerpo en movimiento.

Nos incorporamos a esta vida citadina: una señora, con voz penetrante, ofrece sus productos; el lustrabotas atiende a un oficinista que anda apurado; rostros que caminan urgidos apenas salen de la Estación de Metro; en la esquina, en el café hay más calma y el tiempo sin apuro pasa a ser parte de una conversación sobre lo cotidiano; turistas toman fotografías de esto y aquello; inmigrantes, en su mayoría peruanos, se reúnen en un costado de la Catedral para compartir entre hermanos la nostalgia de su patria.

Bajo al Portal y compruebo que aún hay algunos de los antiguos restoranes que nos recibían en nuestra juventud. El Café Nuria, donde engominados cantantes, de terno impecable y zapatos brillantes, nos advertían sobre la tragedia del Siglo XX en una sentida interpretación de Cambalache…que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé…

La pizzería Ravera que nos aplacaba el apetito estudiantil con un buen trozo de masa horneada cubierta de queso y tomates a un precio todavía alcanzable.

Camino hacia el otro Portal, el Bulnes, y reconozco ese lugar donde en los 60 y los 70 se vendía una variedad impresionante de carteras y bolsos; donde la noche se hacía día en el Mon Bijou; uno que otro bar saciaba la sed de los noctámbulos. Ahora veo un Café que tira pinta y con nombre italiano; un restorán muy bien arreglado donde se puede servir un rico almuerzo por un precio ya un poquito más elevado que el que pagábamos en el pasado; mesitas y toldos se anteponen al portal y conectan con la plaza: Aquí se ve todo tipo de gente me dice Alex. Me cuenta sobre Ignacio Aldunate, a quien conoció allí, en su paseo matinal: Siempre anda impecable, de terno y corbata. Usa un sombrero adornado con plumas de faisán. Lo invité a tomarnos un café allí en la esquina, en el Pascucci, y nos entretuvimos conversando largo rato.

Me pongo piadoso y visito El Sagrario, al que ingreso por la puerta principal de la Catedral. Alex me ha comentado que allí, en una hornacina lateral se expone un Cristo de Roberto Matta, el que fue donado por Germana, su viuda, en 2011. Es hermoso y sobrecogedor. Al pie, se lee: Este crucifijo nació en Roberto Matta quien, con sus manos modelando la cerámica, hizo aparecer el cuerpo de Jesús en forma de cruz. El artista lo nombró como el alto, el bajo, la izquierda y la derecha del corazón (1973). El corazón es un ojo, decía Matta, y está al centro.

Si abrimos bien la ventana de nuestro corazón, con nuestros propios ojos descubriremos un mundo lleno de vida en esta hermosa plaza que respira lo nuestro hasta por los poros. Es un lugar muy nuestro que también abre su corazón al amigo cuando es forastero para compartir un espacio de hermandad.

Octubre, 2019.

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