Ignacio Fritz y Pablo Rumel Espinoza, antologadores de la obra Quiero la cabeza de Bram Stoker

Ignacio Fritz y Pablo Rumel Espinoza, antologadores de la obra Quiero la cabeza de Bram Stoker: “Quisimos ofrecer al lector una experiencia diferente”

POR FERNANDA SCHELL
Tras la edición de la antología policial chilena Quiero la cabeza de Sir Arthur Conan Doyle (Contracorriente Ediciones, 2018), editada por Ignacio Fritz y Pablo Rumel Espinoza, decidieron avanzar un paso más para explorar en las tierras de la hemoglobina y de la muerte a través de un volumen de cuentos titulado Quiero la cabeza de Bram Stoker, cuentos vampíricos. En este texto reúnen a veintidós autores que revolucionan la literatura local.
La obra, publicada por la editorial Pan Ediciones agrupa la narrativa de los escritores chilenos Connie Tapia Monroy, Aniel Bifrost, Carolina Yancovic, Martín Muñoz Káiser, Jesús Diamantino, Cristhian Amengual, Tomás Harris, María José Viera-Gallo, Michel Deb, Sergio Alejandro Amira, J. E. E. Albert, Juan Calamares, Christopher Rosales, Rebeca F. San Román, Alexis Figueroa, Luis Saavedra, además de textos de cuatro escritores extranjeros: Ramiro Sanchiz e Ignacio Alcuri, de Uruguay, David Roas, de España, y Hank T. Cohen, de Colombia.

La antología se estructura en cuatro partes: Vampirología chilensis, Los mitos de Drácula, Prosas desde la tumba y el viaje finaliza con Drácula INC.
Para saber más de este libro hablamos con Ignacio y Pablo.
¿Cómo surge la idea de realizar una antología de vampiros?
R: En noviembre de 2018 Patricia Espinosa, afamada y dura crítica literaria de Las Últimas Noticias, publicó un texto sobre el hermano de este libro homenaje a Stoker, que es un libro de cuentos policiales llamado Quiero la cabeza de sir Arthur Conan Doyle. La crítica era bastante buena, pero aludía a que las voces femeninas fueron desplazadas por nosotros, no incluidas, y el texto se titulaba “Sangre a raudales”. No es que nosotros no quisiéramos incluir mujeres en esa antología. No. El problema radicaba en que no había chicas que supieran escribir relatos policiales; de hecho, una nos dijo que vería la película Inherent Vice. Lo gracioso es que hablaba de ver la película en vez de leer el policial homónimo de Thomas Pynchon, Vicio Propio. Entonces, claro, salvo por unos cuantos casos, de los expuestos en Conan Doyle, no es que no incluyéramos mujeres; simplemente no cachaban cómo realizar un relato policial o, como dijo Patricia Espinosa, de crímenes. Entonces, claro, con el tema de la sangre y esa crítica, se nos ocurrió hacer la segunda parte, puesto que, más bien, somos escritores abiertos de mente: un día podemos escribir un texto del canon policial y al otro día uno de zombis o incluso uno definitivamente porno. Entonces, para evolucionar, decidimos invitar a gente de afuera, como Ignacio Alcuri, de Uruguay, que le dio el toque gracioso a esta antología de vampiros. En realidad, somos bastante receptivos a las buenas ideas y no nos trauma escribir usando los trucos de los subgéneros mirados en menos; de hecho, creemos que por un asunto de salud, Chile debería dejar de estrechar los temas tan cartuchones que tanto se publican. Por supuesto, tenemos conciencia de que casi no hay mercado, que estos libros probablemente se estén convirtiendo en libros de culto en unos años más, cosa que nos parece loable.
¿Cuál fue el criterio para elegir los autores y cuentos para esta antología vampírica?
R: Revisamos las obras previas de cada autor, y en efecto, nos fijamos en que cumplieran con un criterio ineludible: que hubiesen publicado con anterioridad algún relato o novela relacionado al terror. Lo segundo fue la calidad; nos interesaba mostrar a autores que estuvieran desarrollando un proyecto literario dedicado al cien por ciento, y que por diversas razones no fueran los que siempre figurasen en los medios masivos. Aquel criterio no fue decidor, pero responde en gran parte a ofrecer una cartografía alternativa de lo que se está cocinando en estos momentos.

¿Qué hace especial esta antología? Ya que trata de un tema que ha tenido muchas versiones y reinvenciones del mito del vampiro.
R: Lo que hace especial a esta antología es precisamente que nada lo consideramos “especial”. Avalamos la cultura del consumo siempre y cuando haya oportunidades para todos, y no lo que siempre se estila hacer. Lo especial es precisamente que, como te comentaba, estamos abiertos de mente para aceptar cualquier obra decente y de calidad. Ni ahí con esos prejuicios de suplemento cultural que leen puros viejos que nunca han salido a la calle. En cierta forma, lo decimos en serio: no tratamos de vender la “onda rebelde” como lo hicieron con éxito después de la salida de Pinochet, donde se vendía una rebeldía de maqueta, calculada, proimperialismo. No habría problemas si todo fuese más justo y democrático. Todo lo contrario al vampiro, ese que te decíamos que proviene de la aristocracia. Nosotros queríamos entregar al vampiro medio flaite, ese de Jóvenes ocultos, ¿no?
¿Por qué seleccionaron a Bram Stoker para realizar esta antología?
R. Si bien él no fue el creador del género vampírico, ni tampoco fue uno de los primeros en poner a vampiros en sus ficciones, Bram Stoker, por sobre cualquier otro autor de su época y los que vinieron después, fue quien le entregó el distintivo definitivo a la figura del vampiro con Drácula. El impulso de la cultura pop y el cine fueron decisivos, es verdad, pero aún si nunca se hubiese rodado ninguna película sobre los chupasangre, en su novela se desarrolla un mundo completo que fue explotado más tarde por otros cultores: ahí está lo gótico, la rivalidad entre la ciencia y la superchería, la industrialización, la creación de un nuevo hombre. Bram Stoker fue como el Cervantes de la literatura vampírica, ahí donde el español creó un universo completo con los libros de caballería, Stoker refundó el género y amplió el universo hasta límites insospechados con su vampirismo.
¿Por qué dividieron el libro en tres temáticas ligadas a la fantasía?
R. No nos gustan las antologías que lanzan un cuento detrás de otro sin ningún criterio. Al leer cada cuento por separado, y luego al releerlos de nuevo, nos dimos cuenta de que se creaban conjuntos, que habían cuentos enlazados a la tradición, a lo fantástico y otros anclados en la realidad chilena. Quisimos ofrecer al lector una experiencia diferente, en la cual pudiera adentrarse desde cualquier parte del libro, sin tener que ir leyendo un relato detrás de otro. Entonces quedaron los cuentos ambientados en Chile, los cuentos que recogían desde una perspectiva universal al mito, y los que entraban de lleno en visiones alternas de lo vampírico.
¿Por qué seleccionaron el vampiro como mito para esta antología?
R: El vampiro es tan clásico y moderno como cualquier otro arquetipo del tema de terror. Está de moda gracias al cine, y ha sido explotado por gente como Anne Rice y muchos otros. Hay en el estilo del vampiro un tema de aristocracia, de no querer ensuciarse las manos, incluso de no mantener contacto con otras personas; una idea básicamente contraria al mundo de hoy, donde todo se desmitifica, donde el misterio ya no es tal. El vampiro tiene esa historia detrás, algo que vivió en algún momento, puesto que también fue un humano, pero fue “convertido” y enviado a la infernal inmortalidad. La inmortalidad, tanto como el tema faustiano de querer el conocimiento universal, es básico con el chupasangre, ya que él posee algo que nadie tiene, pues no es finito, y con la experiencia de la inmortalidad se transforma en un dios que posee lo que cualquier escritor desea: la experiencia. Aunque está trillado el tema, intentamos darle su vuelta con esta antología, de manera de crear algo diferente con lo ya manoseado hasta las masas.

¿Las críticas y opiniones de los fanáticos de Drácula han sido como esperaban? ¿O están lejanos de lo que creían?
R. El libro ha recibido espléndidas críticas. Hay algunos cuentos que han sido señalados más que otros, pero lo que ha predominado ha sido la visión del conjunto, destacándose lo variado y diferente de cada relato, y cómo a su vez dialogan entre ellos. Lejos de lo que pueda parecer, la temática vampírica es más elástica y heteróclita de lo que podría suponerse. No en vano ya llevamos más de dos siglos de películas, canciones y novelas, y aun cuando pareciera imposible, siempre se puede innovar, aportar con un grano de arena (o mejor deberíamos decir, con una gota de sangre), a este subgénero que tanto amamos.
¿Cómo ha sido el recibimiento de este texto?
R: Estamos conformes en cuanto a que queremos lograr lectores que se interesen en lo que escribimos. Nada más que eso. Aspiramos a tener muchos lectores. Ellos son nuestros amigos.
Existen varios tipos de vampiros en la historia de la literatura. ¿Tienen alguna referencia o inspiración?
R. El único tipo de vampirismo que no quisimos abordar fue el vampirismo emocional, una noción que nos parece demasiado rebuscada que se aleja del mito y del folclor. La figura de Drácula es perentoria, pero hay otras encarnaciones vampíricas que nos parecen muy interesantes, como las que relata E.T.A Hoffmann en su relato Vampirismo: se trata de un ser entre gul y necrófago, una entidad en pena que solo refrena su hambre alimentándose de lo putrefacto. Esta visión la rescata con muy buen pulso John Carpenter, un director de cine que admiramos; en su película Vampires los muestra como seres manejados por otra inteligencia mayor, seres que piensan en colmena y que se alejan mucho al arquetipo construido por Stoker; acá son vampiros sucios, malolientes, muy lejos de la imagen romántica del seductor que encandilaba a las féminas con su mirada hipnótica y su ropa limpia.
Varios cuentos están relacionados a gustos personales, historias en Chile y otros lugares. ¿Por qué?
R: Hay un grupo de escritores que han establecido cierto color local en el panorama de las letras chilenas, lo que nos parece bueno. Si te fijas, la Nueva Narrativa Chilena de los años 90’ privilegiaba al personaje que viajaba fuera de Chile; era increíble como todos esos escritores de apellidos pomposos hacían lo que pedía Jorge González de Los Prisioneros en ¿Por qué no se van? O que los textos siempre aludieran al cuico desamparado y con problemas existenciales. Nosotros como escritores apelamos a historias más desbocadas, con los ingredientes esenciales para enganchar al autor y no necesariamente en una obra calificada de buena por algunos de los casi inexistentes suplementos culturales que hay, donde el espectro de escritores reseñados y criticados siempre es el mismo. Uno ve al mismo autor cada tres años siendo criticado en esos suplementos que seguramente ya cerrarán. El pueblo chileno ya está chato de ver a las mismas caras. Chile debe ser Chile y no lo que siempre se muestra en la TV.
¿Qué proyectos tienen?
R: Armaremos una antología nueva, pero es secreto aún (y ahí entregamos una pista).