Walter Lezcano: “Escuchar a Lou Reed es ingresar a un golpe de realidad y humildad”

Walter Lezcano: “Escuchar a Lou Reed es ingresar a un golpe de realidad y humildad”

ENTREVISTA POR FERNANDA SCHELL

El escritor, Walter Lezcano, a través de su libro “¿Por qué escuchamos a Lou Reed?” (Gourmet Musical, 2020), nos hace una pregunta y nos responde através de su texto acerca de su historia, trayectoria, música, anécdotas, influencias literarias y arte.


Lezcano, escritor, periodista y docente, escribió un libro tipo ensayo, donde entrega el cómo impactaron en su vasto legado musical de Lou Reed, desde las calles, Andy Warhol, el pop, las drogas, la Generación Beat, Delmore Schwartz y más.


Para conocer acerca de su obra, conversamos con Walter.


¿Cómo surge la idea de escribir acerca de Lou Reed?

Hay una verdad grande como un templo: las obsesiones no se eligen. Es medio que uno cree que mira al abismo, pero en realidad es el abismo el que te está mirando a vos. Y Lou Reed siempre fue una de mis obsesiones que me acompaña desde la adolescencia. De algún modo, siento que alguien como él –con un pathos tan contundente esa presencia demoledora- definió para mí lo que es el rock en un sentido concreto: una actitud de absoluto desprecio a cualquier tipo de Poder dominante: sea la familia, los millonarios como los nuevos gurús, la opresión de géneros hegemónicos o la vulgaridad insoportable de la política partidaria. En ese sentido, me parecía que en este momento del almanaque y en pleno siglo XXI, donde la idea de rock siempre parece estar muriendo, tenía sentido ensayar –en el sentido más literal del término- algunas ideas sobre su arte, su visión, su sonido y cómo todo eso puede tener un presente increíble y material.


¿En qué consistió el trabajo de investigación y redacción?

Esta clase de procesos siempre es un tipo de aventura muy especial que podría dar material para otro libro. Pero a la vez resulta muy intangible porque pareciera que uno se preparó toda la vida para esto: escucho a Lou Reed y leo sobre Lou Reed y veo todo lo que sale de Lou Reed desde muy pequeño. Así que de algún modo fue seleccionar, elegir, descubrir cuáles son los momentos más significativos en un recorrido monumental como el de Lou. Y luego escribir de música es lo más complejo que hay porque siempre pareciera que es una prosa que se mueve entre la estafa y la revelación, entre la construcción de la mitología y la búsqueda de la Verdad. Así que la corrección fue ardua ya que había mucho escrito sobre Lou, ¿qué podía aportar ahí? Bueno, me respondí, una escritura situada, posicionada en un territorio personal que involucré ensayar ideas propias con secuencias biográficas. En ese roce, entre lo personal, lo político y lo histórico se juega la suerte del texto. Igual es una ilusión, nunca sabes cómo te va a salir.


¿Hubo algún dato que descubriste o te sorprendió?

Fue más redescubrir y volver sobre zonas iluminadoras que atravesar cosas desconocidas. De todas formas, nunca hay que olvidar que Lou Reed era un tipo complejo, que muchas veces era desagradable y que podía ser catalogado como jodido. No sé si lo quiero de amigo porque quizás él no era amigo de nadie que no se sometiera a su opresión. En ese sentido, nos ayuda a plantearnos una situación muy actual: ¿podemos separar obra de artista? ¿qué tensiones se juegan al cuestionarnos sobre la belleza que puede crear y generar alguien despreciable? Lou fue difícil para mucha gente y sin embargo pudo dejar una de las obras más impresionantes del rock occidental. A veces la única manera de acercarse a lo hermoso es abrazar el caos, la contradicción, el perdón.


¿En qué crees que se diferencia este texto de los anteriores que has escrito?

La distancia con alguien como Lou Reed solo puede ser salvada por la realidad material que ofrece la escritura, por ese deseo de conectar con una obra fundamental desde un análisis que intenta ser ambicioso y construir desde el afecto que provee una educación sentimental de alguien que forma parte de tu historia. También se escribe de música para entenderse, para repasar la propia biografía desde el lugar menos narcisista posible. Porque son experiencias de orden colectivo, además. Creo que, en ese aspecto, mis otros ensayos tienen una cercanía mayor, una intimidad que era imposible lograr con un tótem como Lou. Pero acercarse a un tótem desde la escritura es también deconstruirlo para ver qué hay adentro, cómo está hecho, cuál es el secreto de la magia, dónde se monta ese sentimiento místico de admiración. No sé si hay mayores aventuras que esas: bajar a tus dioses para comprenderlos mejor y tenerlos cerca de otro modo.


Dentro de todos sus discos. ¿Cuál crees que es la mejor obra de Lou?

El disco debut de The Velvet Underground –con esa tapa que es un objeto cultural por derecho propio y que es un código y un lenguaje para el rock occidental- es un planeta en sí mismo, un océano que inundó todo lo que vino después. Eso lo vuelve una maquinaria de construcción y destrucción insuperable. No es posible ser mejor que eso. Con esa obra nace el rock alternativo en un sentido existencia: había que empezar a vivir de otro modo.


¿Crees que Reed se hubiera podido desarrollar como escritor?

Lo intentó. Pero creo que su obra lírica es igual de poderosa que muchas novelas o cuentos. Heroin me pega tanto como un cuento de Raymond Craver o una novela de Cheever. Y para conquistar ese efecto, que solo tienen las grandes obras literarias comparables a las canciones de Dylan y Cohen, tiene que haber algo del orden de lo celestial. Es alquimia en estado puro y causa asombro por la condensación y la economía con la que lo consigue. ¿Cómo puede ser que en esta poca cantidad de versos logre lo mismo que algunos cuentos y algunas novelas? Bueno, Lou lo logra. Amén. Solo queda arrodillarse y agradecer.


 ¿Qué recuerdos te trae el recital de Lou en el Teatro Gran Rex en el 2000?

Me impresionó las veces que sonrió. Te lo juro. Estaba totalmente abducido por la sonrisa de Lou. Era algo que jamás hacía y de pronto estaba ahí sonriendo. Dios mío, me acuerdo y se me pone la piel de gallina. También tocó Sweet Jane, que después me enteré estaba fuera de lista y la puso por lo bien que se sintió.


Escuchar a Lou Reed. ¿Qué te produce?

Lou se vuelve un clásico en tu vida porque tiene algo para decirte y acompañarte en cada momento de tu existencia. Lo descubrí cuando tenía 12 años y me compré Transformer en una disquería cerca de mi casa, en un
suburbio de Buenos Aires. Desde ese día mi vida cambió. Tuve suerte. Lo sé y lo puedo reconocer. Hoy en día, escuchar a Lou Reed es ingresar a un golpe de realidad y humildad porque siempre se preocupó de edificar un arte superior que tranquilizara a los locos y enloqueciera a los cuerdos. Lou Reed te ubica en el presente, te obliga a estar atento, te pone en la cara cosas que no querés ver y te impulsa a que no te traiciones. El rock existe todavía cada vez que pongo a Lou Reed, me dan ganas de incendiar el mundo capitalista.

¿Cuál crees que fue el punto culmine en la historia de Reed?

Hubo muchos cambios y con grandes highlights. Por favor, un tipo que creció con Andy Warhol, Delmore Schwartz, John Cale, Bowie. No es un recorrido habitual para una vida. Y sin embargo él la tuvo, tuvo esa vida demencial. En el disco Metal Machine Music dice “mi semana es mejor que tu año.” Quizás tenga razón. Me gusta el momento en el que conoció Laurie Anderson en los ochenta y luego pudo preparase mejor para la muerte. Elijo esa instancia: donde hay amor y muerte está la verdad de todo.

Muchos escritores tienen bandas sonoras al momento de escribir. ¿Tiene alguna este libro? ¿Por qué?

Me acompañó toda la discografía de Lou de la Velvet. Quería sumergirme ahí para lograr un clima acorde que me permitiera crear oraciones y frases que tuvieran sentido y capten algo de lo que fue. Después para corregir el libro no escuché más que silencio porque quería ver si había logrado algo de música en la prosa. Casi siempre laburo así: para crear es el caos y el salvajismo, para corregir es la cordura, la humildad, el silencio y la paciencia. Hay que aprender a escuchar al corazón de la experiencia. En esa oscilación y esa apuesta se juega el destino de muchos textos.


 ¿Cuál es el rol que cumple Lou Reed en la historia de la música?

El heraldo del infierno cotidiano que pudo crear belleza con eso.


¿Qué proyectos tienes? 

Estoy trabajando en un ensayo sobre Suárez, la banda de Rosario Bléfari; en breve sale una novela que se llama Nunca seré policía (Hojas del sur), y en la segunda parte del año sale un libro de poesía: Caer es el principio (Entre Ríos). Y si todo sale bien en algún momento se publica un ensayo sobre Roberto Bolaño y su vinculación con la literatura argentina que se llama Los puentes salvajes (Crack-Up). Como dice César Aira: lo mío es la fuga hacia adelante.


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