Los cristianos, en cambio, con la fiesta de la Pascua conmemoran el paso de Jesucristo de la muerte a la vida, su resurrección, acontecida en domingo, en el tercer día de su muerte, para salvar al pueblo de Dios, que queda liberado así de las consecuencias de los pecados que lo alejan del Creador.
Este paralelismo semántico ineludiblemente conduce a otro, de naturaleza histórica, que es preciso tener en cuenta también para alcanzar a comprender el significado de este vocablo en ambas concepciones y su concomitancia, que la tiene pese a sus evidentes diferencias: Jesús, que era judío, celebró con sus discípulos su Última Cena durante la Pascua judía, concretamente al anochecer del jueves día 14 de Nisán, que es precisamente la fecha en la que los hebreos celebran la cena del cordero, rememorando la que precedió a su salida de Egipto; pero para los cristianos la Pascua no la constituye la conmemoración de esa última Cena sino que habiendo muerto Cristo en la cruz al día siguiente, viernes 15 de Nisán, resucitó el 17 de Nisán, domingo14 y este es el objeto de su celebración: la Resurrección del Salvador.
La actual Pascua cristiana hunde sus raíces en el año 1513 antes de Cristo, cuando, según la tradición judía, el pueblo judío emprendió su éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida. La conmemoración de este hecho, celebrado cada año, como recordatorio de la liberación del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto, recibía y recibe aún hoy en el judaísmo el nombre de Pésaj o Pascua.
En la víspera del primer día, se comían hierbas amargas mojadas en vinagre, para recordar la tristeza de la servidumbre. Y se narraban en tono cadencioso cánticos que hacían alusión a las diez plagas de Egipto.
El cordero de Pascua era escogido por cada familia. Con el tiempo, la ceremonia de inmolación fue llevada a cabo por la clase sacerdotal. El animal debía ser macho, cordero o cabrito, sano y de un año de edad. Se inmolaba al finalizar el día; y por la noche lo comían con verduras amargas. No estaba permitido romper sus huesos, ni dejar restos de carne. Por esta razón, si la familia no era suficientemente grande para comer un animal ellos solos, los israelitas se reunían en grupos, para cumplir con las prescripciones de orden sagrado. Durante los siete días posteriores al 14 de Nisán (mes del calendario israelita correspondiente a marzo – abril del calendario español), el pueblo hebreo solo comía pan sin levadura (no fermentado), al que llamaban «ázimo» («sin fermento»), o «pan de aflicción».
Los primeros cristianos celebraban la Pascua a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) separó la celebración de la Pascua judía de la católica, quitando a esta los elementos hebreos. Sin embargo, dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea. Hoy día la Iglesia católica mantiene el carácter móvil de la fecha de Pascua.
La expresión «pascua», de: ‘pashé’, el paso del señor por Egipto, remite hoy principalmente a la fiesta de la Resurrección, que es llamada a veces «pascua florida», pero también se usa para referirse a otras cuatro celebraciones cristianas: la Natividad (25 de diciembre), la Epifanía o Adoración de los Magos (6 de enero), el Bautismo del Señor y Pentecostés, la venida del Espíritu Santo (cincuenta días después de la Resurrección). En España, Chile, Cuba y Filipinas, el término Pascua se aplica coloquialmente a la Navidad («Pascua de Navidad»), englobando Natividad, Epifanía y Bautismo del Señor, mientras que a la Pascua se le llama «Pascua de Resurrección» y a Pentecostés se le llama «Pascua de Pentecostés» o «Pascua del Espíritu Santo».17
“Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos son como el pan sin levadura. Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. Celebremos, entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los panes sin levadura de la pureza y la verdad”.
El huevo de Pascua relleno con comidas es una tradición gastronómica de la fiesta de Pascua. En otras culturas era el símbolo de la fertilidad y en parte representaba el inicio de un ciclo; se regalaban huevos como símbolos de prosperidad y fertilidad
En la prehistoria
Se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el periodo de los reyes magos es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras el duro invierno, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur (esto solo es aplicable al hemisferio norte) y empezaban a poner huevos, de los que se alimentaban los seres humanos hasta que podían volver a cazar con la llegada de mejores temperaturas.1
En el judaísmo
El huevo de Pascua no aparece como un símbolo dentro de la costumbre judía. Sin embargo, en varios países, como por ejemplo, en Estados Unidos, Polonia, etc. existe el simbolismo de utilizar un huevo decorado dentro del plato (Keará) que se prepara durante el Séder de Pésaj, como una representación de la continuidad del ciclo de la vida (por su forma ovalada). Otro significado dentro de la creencia judía que se le otorga al huevo durante el Séder es el del endurecimiento del corazón de faraón Ramsés II, que no permitía salir al pueblo hebreo de Egipto. Un tercer significado que se le atribuye al simbolismo del huevo es el fortalecimiento que presentó el pueblo judío al lograr salir de Egipto durante el Éxodo, aunque no existan pruebas arqueológicas que aseveren tales afirmaciones. 2
En el cristianismo
El intercambio de huevos de Pascua de comida está muy extendido en diversos países de Europa y América. La elaboración y decoración de un huevo rellenos como tradición pascuense se remonta al siglo xix.
Por estas fechas las cocinas comienzan a decorar sus escaparates con coloridos huevos rellenos
Una explicación es que, en ciertas épocas pretéritas, los huevos fueron considerados carne, por lo que no se podían comer durante la Cuaresma, aunque las gallinas, como es natural, seguían poniendo. Los huevos se conservaban cocidos y se consumían al terminar la cuaresma, en la Pascua. El hecho de asociar el huevo con la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fértil por excelencia, hace que haya quedado establecido en toda Europa como símbolo de la Pascua. De modo que muy pronto los pasteleros de época comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
En la Edad Media, el intercambio de huevos se hacía con huevos de tortuga, a los que se trataba la cáscara mediante diferentes procesos para decorarla. Muchas veces eran verdaderas obras de arte.
La costumbre del conejo de Pascua, que consiste en esconder huevos pintados o de chocolate en las casas, para la alegría y regocijo de los niños que los encuentran, se sigue manteniendo en muchos países. En algunos, los huevos forman bouquets. En los jardines de la Casa Blanca, el día de Pascua se organiza una carrera de chicos que hacen rodar los huevos. Gana quien llegue más lejos y sin romperlos. En Medio Oriente todavía se siguen intercambiando huevos carmesí, para recordar la sangre de Cristo, y en Polonia y Ucrania hacen verdaderas obras de arte con cera fundida sobre la cáscara. 3
Aparece en la jarra de vino etrusca de Tragliatella (aproximadamente 700 a. C.), en el que se representa al rey sagrado y su sucesor escapando de un laberinto. El otro lado de este jarrón ilustra un desfile a pie en la dirección del Sol, encabezada por el rey sagrado desarmado. Siete hombres le escoltan y cada uno de ellos lleva tres jabalinas y un gran escudo con el dibujo de un jabalí, y el sucesor armado con una lanza va a la retaguardia. El jabalí sería la insignia familiar del rey sucesor, y los siete hombres representarían los siete meses gobernados por el sucesor, que caen entre la cosecha de manzanas y las fiestas de la fertilidad.
La escena tiene lugar el día de la muerte ritual del rey, y la diosa Luna (en este caso Pasífae) ha salido a su encuentro (una terrible figura con túnica y con un amenazante brazo en jarras, mientras que con el otro brazo extendido le ofrece una manzana, que es su pasaporte para el Paraíso); las tres jabalinas que lleva cada hombre significan la muerte.
Sin embargo, el rey es acompañado por una pequeña figura femenina con túnica como la otra; quizá sea la princesa Ariadna (que ayudó al héroe Teseo a salir del laberinto mortal en Cnosos). El rey muestra audazmente, como un contrahechizo de la manzana, un huevo de Pascua, el huevo de la resurrección. La Pascua era la estación en que se realizaban las danzas «Ciudad de Troya» en los laberintos hechos sobre el césped (quizá como una coreografía) en Gran Bretaña prehistórica y también en Etruria.
En el frente de la jarra hay un dibujo laberíntico que se encuentra no solo en ciertas monedas de Cnosos, sino también en los intrincados dibujos hechos en el césped y que hasta el siglo xix pisaban los escolares británicos en la Pascua de Resurrección.
Un huevo sagrado etrusco de traquita negra pulimentada, encontrado en Perusa (Italia), con una flecha en relieve a su alrededor, es este mismo huevo sagrado. (Artículo principal: Jarra de Tragliatella)
La tradición eclesiástica posterior
En la actualidad, la tradición continúa con algunas variaciones. En Europa se mantiene la costumbre que data desde la Edad Media de adornar huevos con teñidos y pintados. Aunque parece que la práctica de huevos ornamentales era principalmente elaborada por clases altas o de recursos, se difundió a decoraciones más sencillas, como con el empleo de hojas de árbol para crear patrones sobre el cascarón. El comercio y la modernidad, por su parte, se han encargado de incorporar los huevos de chocolate, y los huevos de plástico para ser llenos de dulces, y que según la leyenda son escondidos por el conejo de Pascua para que los niños los busquen, y por consiguiente, los encuentren y se los coman. En Argentina y Uruguay, se conserva la tradición de regalar huevos de Pascua decorados artesanalmente con glasé multicolor o bien en chocolate. Mientras, en el norte de México huevos rellenados de confeti, conocidos como cascarones, son decorados y cubiertos con papel.